El «jet lag» español

Una de las cosas a las que todavía, después de tres años, no he integrado en Burdeos es el hecho de que todo se hace más temprano. Incontables son las veces en las que he pretendido comer a las 14.00 o cenar a las 22.00 y me he encontrado con la cocina cerrada de la mayoría de los restaurantes. Por no hablar de los horarios para salir de fiesta, que si en España lo normal es salir de tu casa como muy pronto a las 22.00, aquí lo normal es empezar la soirée  a las 20.00.

Bien conocidos son en Europa los horarios tardíos de España. Lo que pocos saben es que España sigue la hora de Europa central cuando le correspondería tener una hora menos, como Londres y Portugal, por encontrarse casi todo su territorio a la izquierda del meridiano de de Greenwich (ver foto). ¿La razón? Hay que remontarse a la Segunda Guerra Mundial, cuando en 1942, Alemania impuso a Francia el huso central… Paralelamente, Reino Unido, Portugal y España también cambiaron el suyo. La decisión de Reino Unido pretendía evitar confusiones de horarios con los aliados, pero Franco lo hizo como gesto de simpatía hacia Hitler.

Una vez finalizada la guerra, Reino Unido y Portugal retomaron su antiguo huso horario, mientras que Francia y España mantuvieron el huso de Europa central. En el caso de Francia, fue porque la mayor parte de su territorio se sitúa en el huso central, y en el de España, una vez más fue Franco el que tomó la decisión.

Así pues, actualmente, según la hora oficial, almorzamos sobre las dos de la tarde y cenamos a las nueve de la noche, más tarde que el resto de Europa, pero según la hora solar lo hacemos como el resto de los europeos: a la una y a las ocho.   

Con la crisis se ha abierto el debate sobre la necesidad de retomar los antiguos horarios para una distribución del tiempo más racional, aumentar la productividad y reducir las jornadas de trabajo. Cambiar la hora no cuesta nada pero ¿y las costumbres? A mí me ha costado lo suyo…