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Traducción automática: ¿la profesión de traductor está en peligro?

Publicado el 27/07/2021

En los últimos años, la tecnología de traducción automática ha progresado a pasos agigantados y, al igual que en otros sectores, se nos plantea un interrogante: ¿hasta qué punto las máquinas remplazarán a las personas?

La traducción automática ofrece una valiosa ayuda en traducciones sencillas o repetitivas, puesto que acelera significativamente el proceso. Los manuales de instrucciones son el perfecto ejemplo donde los algoritmos informáticos pueden utilizarse para producir una traducción rápida, fiable y precisa, de manera más eficiente que si un traductor lo hiciera por sí solo.

Pero la industria de la traducción no es la única en la que han irrumpido los motores de traducción automática y la traducción asistida por ordenador (CAT, por sus siglas en inglés). Los turistas ya están familiarizados con aplicaciones móviles o webs que les traducen señales o paneles y les permiten orientarse en sus viajes, o incluso comunicarse mínimamente con la población local. En este tipo de situaciones, la traducción automática resulta muy útil, ya que es una forma fácil, práctica y rápida de establecer una comunicación que de otro modo no habría sido posible.

No obstante, cuando nos encontramos en situaciones comunicativas más complejas, las implicaciones son mucho mayores, ya sea en el ámbito de los negocios, el derecho, la medicina o la política. En estos casos, la traducción automática probablemente no sea la mejor opción. Cuando las palabras polisémicas (esto es, con más de un significado) son frecuentes como ocurre en el lenguaje jurídico, recurrir a la traducción automática puede dar lugar a graves errores y malentendidos. En estos contextos, la variabilidad de la traducción automática requiere de intervención humana, si no es para traducir el contenido íntegro, sí para revisar, editar, corregir y mejorar el resultado final.

Muchas voces opinan que las herramientas de traducción asistida afectan a la creatividad y que si la finalidad de un texto es establecer una relación con el lector, el factor humano sigue siendo clave para hacer que el texto resulte natural y captar la verdadera esencia del original. A pesar de los últimos avances tecnológicos, los ordenadores aún carecen de la habilidad necesaria para entender y procesar elementos sutiles, pero fundamentales para la comunicación, como son la entonación, las emociones, la ironía, el sarcasmo, los matices poéticos, las referencias culturales o el lenguaje figurado.

En definitiva, la profesión de traductor solo estará en peligro si la traducción automática consiguiera remplazar al ser humano en todas sus habilidades comunicativas. Teniendo en cuenta las limitaciones de aprendizaje de las computadoras, la traducción humana sigue siendo la opción de mayor calidad. Por supuesto, la traducción automática puede ofrecer ventajas a algunas empresas o sectores cuya prioridad sea la reducción de costes (incluidos los de personal); pero si la calidad y la precisión es lo que prima, la traducción humana seguirá siendo la norma.

Por el momento, la traducción automática es ciertamente un apoyo y puede combinarse con las habilidades de un traductor, sin por ello suplantarlo. Obviamente, la traducción automática seguirá desarrollándose y, quién sabe, quizás sea una amenaza real en el futuro, pero por el momento no puede remplazar el trabajo de un traductor.

 

Foto: Simon Abrams. Fuente: Unsplash.

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