Publicado el 22/05/2014
A pocos días del final del Festival de Cannes, el mayor festival de cine del mundo, queda clara la presencia abrumadora del cine francés (casi un cuarto de las películas). Habrá quien esté a favor o en contra, y quien se oponga a que el festival sea un escaparate del «concepto que los franceses tienen del cine» (ver artículo en francés), pero a nadie le cabe duda de que el cine francés triunfa.
Muchos estarán de acuerdo conmigo en que el cine francés tiene un no sé qué, un algo especial que puede producir reacciones opuestas: o te encanta o lo detestas (un poco como pasa con los propios franceses), pero desde luego no dejan indiferente.
Por algo Francia ocupa un lugar destacado en el séptimo arte, tanto desde un punto de vista puramente artístico, como económico. De hecho, el país galo es el segundo mercado mundial del cine y en 2013 batió un récord histórico con más de 300 películas producidas (que no en espectadores).
Una de las razones que explican esta prolijidad es la «excepción cultural», un concepto que propugna que la cultura ha de estar al margen de las negociaciones de libre mercado, no pudiendo esta ser considerada como una simple mercancía.
Francia abanderó desde el principio este concepto que se traduce en diferentes medidas para los sectores de la literatura (un precio único para cada libro para evitar la competencia entre grandes superficies y pequeñas librerías), la música (cuota del 40% para la música de lengua francesa en la radio) y el cine (impuesto sobre las entradas de cine como fuente de financiación). Actualmente la excepción (o diversidad) cultural está avalada por la UNESCO.
En fin, ya sea por el savoir-faire de los franceses, que se remonta a la invención del cine con Émile Reynaud y los hermanos Lumière, o por el apoyo institucional que reciben, las películas francesas gustan o, al menos, en la Casa de la Traducción.
Son muchos nuestros títulos favoritos (Intocable, La cena de los idiotas, Quiéreme si te atreves…) pero recientemente ha dado mucho que hablar Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!, una comedia hilarante que, esperemos, llegue pronto a otros países.
Mientras tanto os deseamos que paséis ¡un día de película!
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